Por Luis Rivas | Macron ofrece su arma nuclear a Europa y nadie responde

¿Responderá Francia con su potencia nuclear a un ataque sobre un vecino europeo? ¿El arsenal nuclear francés podrá ser compartido por el resto de los miembros de la Unión Europea? Emmanuel Macron vuelve a sembrar la ambigüedad entre sus socios tras el Brexit.

Por *Luis Rivas

El discurso del presidente francés en la Escuela de Guerra el pasado 7 de febrero representaba una nueva oportunidad de erigirse como el «primus inter pares» europeo. Subrayando que tras la salida del Reino Unido de la UE Francia es el único país del Viejo Continente en contar con armas nucleares, hizo un llamamiento al resto de europeos para invitarles a «formar parte de la disuasión y participar en la protección de los estados de Europa Central y del Norte».

Para el jefe del Estado francés, «las fuerzas nucleares francesas refuerzan la seguridad de Europa y tienen por ello una dimensión auténticamente europea». El tradicional discurso quinquenal ante los mandos militares de Francia deja cuestiones en el aire y ha dado pie a todo tipo de interpretaciones.

Emmanuel Macron se abstuvo esta vez de criticar a la OTAN, como hiciera en su conocida entrevista a «The Economist», pero vuelve a dejar en evidencia que la disuasión francesa es independiente de la de la Alianza Atlántica y que, tras la ruptura del acuerdo ruso-norteamericano sobre armas de alcance intermedio, París se ofrece como paraguas europeo sin decirlo expresamente.

Las fuerzas soberanistas de Francia ponen el grito en el cielo si, dicen, lo que Macron pretende es mostrar su fuerza nuclear como arma de disuasión en caso de supuesto ataque sobre un miembro de la UE. El mismo estupor muestran si la interpretación al discurso de su presidente implica poner la fuerza de disuasión nuclear francesa a disposición de los 27 miembros del club de Bruselas.

Silencio reprobatorio alemán

Los primeros en responder con un silencio de recriminación fueron las autoridades alemanas, que no quieren oír hablar de rearme nuclear. Pero las palabras de Macron estuvieron precedidas por el ánimo de un miembro del partido de Angela Merkel, Johann Wadephul, que sugirió que el arma nuclear francés se colocara bajo el mando común de la OTAN y la UE. Una herejía para Francia.

Los países nórdicos, los bálticos y Polonia siguen, por su parte, confiando en la OTAN y más aún cuando la «muerte cerebral» de la organización decretada por Macron —supuestamente para hacer reaccionar a sus socios europeos— no ha sido aceptada ni digerida.

Poco tiempo ha demorado Emmanuel Macron en ocupar terreno mediático tras la salida del Reino Unido de la UE, para volver a presentarse como el líder europeo que pretende pensar por los demás. Antes de su alocución en la Escuela de Guerra, visitó «tierra enemiga», es decir Polonia, un país que no solo no confía en la solidaridad militar de sus vecinos europeos, sino que no cede en un milímetro en su confianza hacia la OTAN y su aliado norteamericano.

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Las diferencias entre Varsovia y París no son recientes. Jacques Chirac criticó la posición de Polonia a favor de la guerra contra Saddam Hussein; Nicolas Sarkozy llamó mentiroso al fallecido Lech Kaczynski; el propio Macron habló de «nacionalistas leprosos» refiriéndose al Gobierno de Polonia. Ahora trata de unirle a su idea de Europa, concediéndole un estatus de «tercera potencia» que ni Italia ni España aceptan si viene de París.
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En muchos países europeos, y en especial en Polonia, no se entiende bien un discurso militar macroniano que en teoría pretende defender a sus socios de un eventual ataque ruso y al mismo tiempo pretende convencerles de que la buena relación con Moscú es indispensable para lo que el mandatario francés define como «nueva arquitectura europea».

La ambigüedad y la poca fiabilidad de las manifestaciones del presidente francés chocan a sus aliados continentales. En Varsovia es capaz de criticar a Moscú y ponerse del lado de Polonia en la disputa memorial que los líderes polacos han mantenido con Vladímir Putin sobre el rol de Polonia en la II Guerra Mundial. Pero esa actitud se toma más bien como parte de una obligada campaña de seducción, más que como una sincera prueba de apoyo, pues saben que en la capital rusa su discurso será diferente o, al menos, bastante más matizado.

Tras el Brexit, «sálvese quien pueda»

Para Emmanuel Macron el Brexit supone una oportunidad más en su deseo de convertirse en el líder de Europa, interpretando la salida de Londres como un golpe emocional que iba a obligar a «los 27» a buscar una mayor unión. La realidad es que la propia Alemania —el supuesto aliado más cercano— no solo no se fía, sino que disiente claramente de las propuestas de Macron sobre asuntos militares, sobre su actitud hacia la Europa Central y Oriental y, también, sobre su política hacia Rusia.

El presidente francés parece no haber previsto que el Brexit ha sido la señal para que cada país europeo se plantee una mayor independencia de un poder comunitario que no atrae ni a ciudadanos de a pie ni a fuerzas políticas nacionales. De momento, la tónica general en la Unión Europea es «sálvese quien pueda». Geometría variable, lo llaman. Y nadie piensa en Macron como el salvador.

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LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

*Luis Rivas: Periodista. Columnista de Sputnik. Excorresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.