La increíble historia de Kalfu, la cría de chungungo que lucha por su vida en Chile

El proceso de rehabilitación y reinserción de chungungos, llevado a cabo por la organización Chinchimén, ha logrado levantar nueva y valiosa información acerca del comportamiento de este amenazado animal.

por
Periodista Mongabay Latam

Kalfu llegó el 25 de diciembre de 2018 al centro de rehabilitación del grupo de acción ecológica Chinchimén. Es una cría de chungungo (Lontra felina), una nutria de mar que habita Chile, Perú y el sur de Argentina y que hoy, con 10 meses de vida, está a punto de ser reinsertada en la naturaleza.

Kalfu es el tercer chungungo que Chinchimén logra llevar a la etapa reinserción, de un total de cinco que han pasado por el centro. El trabajo no ha sido fácil. “Ha sido en base a prueba y error”, cuenta Javier Trivelli, ingeniero en recursos renovables y presidente de Chinchimén.

Y es que la información que existe acerca de este animal, clasificado En Peligro según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y como Vulnerable por el Ministerio de Medio Ambiente chileno, es escasa.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

Los  conservacionistas han debido así inventar sobre la marcha las mejores estrategias para intentar salvar a las crías de chungungo que llegan hasta el centro expulsados de sus madrigueras. “Ello ocurre cuando la madre se ve amenazada”, explica Trivelli. Una amenaza que proviene principalmente de los perros que vagabundean a lo largo de la costa, quienes depredan a los chungungos y les contagian enfermedades. La pérdida de hábitat debido al avance de las zonas urbanas, agrícolas y forestales también es un peligro para esta especie. En promedio, se estima que solo hay un chungungo por cada 1,2 kilómetros de costa.

La historia de Kalfu

Un día, la madre de Kalfu la dejó a ella y a su otra cría en un bote pesquero. Probablemente haya tenido que cambiarlas de madriguera, “porque eso hacen los chungungos cuando se sienten amenazados”, dice Trivelli. Y es que “el chungungo necesita una madriguera muy tranquila para poder criar”, agrega. La madre volvió unas horas después, pero solo se llevó a uno de sus dos descendientes y Kalfu quedó sola en el bote.

El Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) monitoreó a Kalfu durante el tiempo en que permaneció en el bote. Dejaron pasar la noche y el día siguiente a la espera de que mamá chungungo volviera, pero no lo hizo. Antes de que cayera el sol nuevamente, Kalfu fue trasladada al centro de rehabilitación de Chinchimén. Tenía solo dos o tres semanas de vida y estaba deshidratada y con hipotermia.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

Comparada a los otros dos chungungos que han llegado a la etapa de reinserción, luego de ser rehabilitados en el centro de Chinchimén, Kalfu ha tenido suerte. Recibió una leche importada de Estados Unidos y especial para nutria. Eso marcó la diferencia.

Chunguita y Changuita, la primera y segunda chungungo rehabilitada respectivamente, fueron alimentadas con una mezcla de leche de perro y mantequilla. Con esta fórmula, Chinchimén logró que las nutrias pudieran sobrevivir aunque con graves problemas estomacales. “Changuita engordaba cinco gramos diarios”, recuerda Trivelli, al igual que Kalfu mientras esperaba que su leche especial llegara desde el norte. Cuando esto ocurrió, “pasó a engordar 30 gramos diarios, sin ningún problema estomacal y salió inmediatamente del riesgo de muerte”, cuenta el ingeniero.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

Los chungungos que han pasado por Chinchimen reciben durante los primeros días leche cada 15 minutos. “Es muy demandante y no saben tomar en mamadera (biberón), entonces es muy complejo”, dice Trivelli.

Pasado unos tres meses, Kalfu empezó a comer. Pescado mezclado con leche. Al mismo tiempo, el entrenamiento para aprender a cazar se inició en el mismo medio natural en el que tendrá que encontrar sus presas cuando sea reinsertada en la naturaleza. Captura camarones, jaibas, peces y pulpos. También ha aprendido a discriminar entre basura y comida: vidrios, plásticos y latas. “Es impresionante el tiempo que pierden en rehabilitación por jugar con basura”, dice Trivelli.

Cuando Kalfu abandone el centro Chinchimén, será llevada a la madriguera que alguna vez se preparó para que viviera su predecesora, Changuita, pero que nunca alcanzó a ser ocupada.

La historia de Changuita

Tres intentos de reinserción tuvo Changuita. El primero fue en Quirilluca, Puchuncaví, Región de Valparaíso. Ahí, en los acantilados, Chinchimén construyó una madriguera con cámaras en vivo para poder ver lo que pasaba al interior. “El objetivo era poder monitorear la reinserción y recopilar datos de crianza en el caso de que decidiera quedarse ahí. Cómo interactúan, cómo juegan, cuánto tiempo amamantan, en qué momento salen de la madriguera. Todo eso es una caja negra para nosotros”, dice Trivelli.

Pero ocurrió algo que los rehabilitadores de Changuita no tenían previsto: otro chungungo llegó hasta la madriguera y la echó de su casa. Días después la volvieron a encontrar en los roqueríos y decidieron realizar un segundo intento en Maitencillo, otra de las playas de la comuna de Puchuncaví. Construyeron una madriguera con túneles conectados, pero antes de que fuera reinsertada en ese espacio, Changuita decidió emanciparse. Se fue hacia el norte y llegó a Zapallar, como a 15 kilómetros de Maitencillo.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

Los expertos de Chinchimén pudieron observar que cada vez los chungungos nativos se ponían más agresivos con ella. Es por ello, que la teoría que albergan los expertos es que Changuita fue desplazada hasta llegar a Zapallar. Allí, una nueva pelea con otros chungungos la hizo regresar a Maitencillo donde comenzó a buscar refugio debajo de los autos y al interior de los motores. Frente a este comportamiento, Chinchimén decidió rescatarla una vez más. Changuita estaba deshidratada, no había encontrado agua dulce y estaba un kilo bajo su peso. Tenía las patas muy heridas, puesto que “aparentemente, cuando los chungungos pelean se muerden los pies”, dice Trivelli.

Changuita estuvo 10 días en su jaula sin ninguna intención de salir. Un día antes de que fuera llevada una vez más en la naturaleza, ella decidió emanciparse por su propia cuenta y fue vista por última vez en abril de este año.

En un mes más, Kalfu irá a vivir a la madriguera que fue construida para Changuita pero que nunca llegó a usar. Teniendo en cuenta los aprendizajes, los profesionales de Chinchimén ha decidido instalar a la entrada de la madriguera una puerta automática que solo se abrirá con un chip que Kalfu cargará consigo. Así, ella podrá refugiarse en su espacio sin el riesgo de que sea desplazada por otros chungungos.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

Los aprendizajes

La experiencia acumulada de Chinchimén ha aportado con valiosa información acerca del comportamiento de estos animales. En primer lugar, los expertos descubrieron que los chungungos tienen un radio de movimiento mucho más amplio del que se creía. “Nuestra hipótesis es que cuando las crías se emancipan de sus padres, tienen una fase que es nómade hasta que encuentran una buena madriguera y ahí se quedan”, dice Trivelli. Cuando ello ocurre, los estudios demuestran que los desplazamientos no son mayores a cinco kilómetros y siempre vuelven a su madriguera.

Por último, otro aporte en información que han dejado los intentos de reinserción, es la resistencia de la población local de chungungos a recibir nuevos individuos.

Kalfu, una cría de chungungo en rehabilitación. Foto: Chinchimén

El levantamiento de información acerca del comportamiento de estos animales es prioritario en la construcción de medidas de conservación. Y es que el conocimiento permite que los proyectos que puedan tener impactos sobre la especie, como puertos, inmobiliarios, carreteras, etc, generen mejores líneas bases que aseguren la protección de este animal.

Actualmente, “muchos proyectos están proponiendo compensar la pérdida de hábitat de chungungos con la construcción de madrigueras”, cuenta Trivelli y, “según nuestra experiencia, es muy complejo lograr espacios que sean aceptados por los animales puesto que tienen que tener una cierta temperatura, orificios, salidas, espacios secos, espacios mojados, etc”.

Chinchimén, quien se financia únicamente con aportes de particulares, tiene puestas sus esperanzas en que Kalfu les aportará con información valiosa. Si es que decide quedarse en la madriguera dispuesta para ella, las cámaras podrán registrar, por primera vez, el comportamiento desconocido de este amenazado animal.