Cómo llegaron los gitanos a América Latina y por qué siguen luchando contra la discriminación

Si bien hay pocas cifras oficiales, se estima que en América Latina viven unos 2 millones de gitanos. Descendientes de un pueblo históricamente perseguido, los gitanos actuales aún sufren discriminación y falta de oportunidades en varios países.

por Socio informativo
Agencia de Noticias Sputnik

Cada 8 de abril se conmemora en el mundo el Día Internacional del Pueblo Gitano. La fecha recuerda al 8 de abril de 1971, cuando se realizó en Londres el Primer Congreso Mundial Gitano en el que se creó la bandera celeste y verde con una rueda roja que representa desde entonces al pueblo romaní.

En esa instancia también se presentó el ‘Gelem Gelem’, el himno para toda la comunidad gitana.

La historia del pueblo gitano es difícil de determinar con precisión, dado que no existen registros históricos de sus primeros movimientos. De todos modos, se presume que surgieron en la actual frontera entre India y Pakistán, en lo que se conoce como la región de Punyab.

Las reconstrucciones históricas hechas en torno al pueblo gitano indican que comenzaron a migrar hacia Europa en el siglo XI, asentándose también en zonas del norte de África y Oriente Medio. Con el paso del tiempo, las cuatro grandes ramas de los gitanos (calós, sintis, roms y doms) abarcaron desde la península Ibérica hasta Asia Occidental.

La discriminación fue una constante en su historia pero se hizo particularmente fuerte en el siglo XX. De hecho, fueron sistemáticamente asesinados durante la Segunda Guerra Mundial y existen estimaciones que hablan de más de 1 millón de gitanos muertos por el régimen nazi.

De todos modos, la llegada de gitanos a América Latina había comenzado en el siglo XV como consecuencia de la persecución de las monarquías católicas de España y Portugal. México y Brasil, precisamente, son actualmente los países de la región que congregan comunidades gitanas más grandes.

Portugal, por ejemplo, detenía gitanos y los condenaba a radicarse en su colonia, con la esperanza de que colaboraran en la población de sus territorios de ultramar. Cuando en 1807, durante las guerras napoleónica, la corona portuguesa se instaló en Río de Janeiro, los gitanos fueron convocados como artistas para la Corte u oficiales de Justicia. Los últimos datos oficiales indican que en Brasil hay 800.000 personas de origen gitano.

El número de gitanos en México ronda los 350.000. A diferencia de los países de Suramérica, la llegada de gitanos se incrementó en el siglo XIX con la llegada de personas provenientes de Francia, Grecia y Hungría.

Un proyecto de investigación de la etnóloga mexicana Neyra Alvarado da cuenta de que, en la actualidad, los gitanos en México «están ligados a la lectura de la buenaventura, al espectáculo en carpa-teatro, a la compra venta de autos y al comercio que efectúan familias que se mueven por pueblos y ciudades del norte del país».

Argentina es el otro país latinoamericano que concentra gran cantidad de descendientes de gitanos, con una cifra estimada en 300.000. Están asentados fundamentalmente en la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires y Córdoba.

La colectividad gitana en Argentina también se nutrió de diferentes olas migratorias, por lo que en la actualidad hay gitanos con origen en Rusia y Grecia, otros provenientes de España y otros que llegaron desde Rumania y Serbia.

La Asociación Identidad Cultural Romaní de la Argentina (Aicra) ha denunciado en varias oportunidades la discriminación que sufren los gitanos en el país, generalmente acusados de robos o involucrados en hechos criminales. Si bien los gitanos ya no suelen instalarse en grandes carpas o dedicarse a la adivinación, la colectividad sigue siendo identificada con ese tipo de prácticas.

En Colombia hay unas 4.800 personas con ascendencia gitana. En 2010, un decreto del Gobierno reconoció que la colectividad «tiene identidad propia y mantiene una conciencia étnica particular», con una lengua y una organización específica.