Angelo Calcaterra es el primo del presidente de Argentina, Mauricio Macri. Su nombre resuena desde hace varios meses por su presunta vinculación con Odebrecht y la operación ‘Lava Jato’, pero ahora lo hace por un motivo más impactante: ha admitido haber pagado sobornos para financiar campañas electorales kirchneristas.
Ocho cuadernos bastaron para abrir una caja de Pandora que no deja de sacudir a Argentina. En ellos, el chofer de un alto funcionario registró una presunta trama de pago de sobornos, que vinculaba al alto poder político de los Gobiernos kirchneristas (2003-2015) y el empresariado.
No solo están comprometidos los jerarcas de aquel entonces: el escándalo roza a una persona muy cercana al presidente Macri. Más precisamente a Angelo Calcaterra, extitular de IECSA, una empresa constructora que logró adjudicarse el soterramiento del ferrocarril General Sarmiento, una gigantesca obra de infraestructura para la construcción de 32 kilómetros de vías subterráneas en Buenos Aires y su periferia.
A primera hora de la mañana, el primo del presidente se presentó en los juzgados penales de Comodoro Py para dar su confesión como «imputado arrepentido». Según constatan varios medios de prensa locales, en su testimonio ante el juez Claudio Bonadío, el hombre de negocios admitió haber desembolsado sobornos a oficiales kirchneristas para la campaña electoral.
La obra del soterramiento fue concedida a una unión de empresas conformada, entre otras, por IECSA y Odebrecht, la multinacional en el centro de los escándalos del ‘Lava Jato’ a lo largo y ancho de América Latina. Se ha señalado tanto a Calcaterra como a su mano derecha, Javier Sánchez Caballero, como nexos en la operativa de la compañía brasileña en Argentina.
Pero la historia de IECSA no empieza con Calcaterra, sino con Franco Macri, padre del presidente y cabeza del grupo empresarial que lleva su nombre, uno de los hombres más poderosos y ricos del país. Franco nació en Italia, en el seno de una familia de ocho hermanos con un respetable historial en el negocio de la construcción.
Su padre, Giorgio, pertenecía a una familia de latifundistas de la región sureña de Calabria. Según una crónica del diario romano Repubblica, fundó una empresa edilicia que obtuvo contratos en Italia y zonas de África bajo influencia de aquel país en las décadas de 1930 y 1940, como Túnez, Libia o Abisinia (la actual Etiopía).
En 1947, Giorgio partió hacia Buenos Aires. A los dos años hicieron lo mismo Franco, con 18 años, y sus hermanos menores, Pía y Tonino. Sin saber una palabra de español, el padre del futuro presidente comenzó a trabajar en una empresa de construcción de viviendas populares. Poquísimo tiempo después, en 1950, fundó su primera empresa y pasó de empleado a emprendedor.
A partir de entonces comenzaron a surgir cada vez más contratos. El inteligente hombre de negocios supo invertir y crear nuevas empresas, al tiempo que lograba hacerse de más proyectos de envergadura. Para los años 70, la Sociedad Macri (Socma) era un grupo empresarial que iba más allá de la construcción: abarcaba las finanzas, la industria automotriz y la gestión de residuos, entre otros.
Una de las empresas de este ‘holding’ era, precisamente, IECSA, dedicada a la construcción. En 2004, el Grupo Macri inicia un proceso para poner esta firma a la venta, junto con otras más. El comprador de esta empresa fue el sobrino (y ahijado) de Franco, Angelo Calcaterra, hijo de Pía, la hermana que vino con él desde Italia. Según el diario La Nación, la «historia oficial» del grupo Macri es que Calcaterra, arquitecto de profesión, propuso él mismo adquirir IECSA. El Franco Macri aceptó, y la transacción de 61 millones de dólares se realizó entre los años 2007 y 2015.
El periódico porteño indica que muchas personas del sector sospecharon que esta transacción se dio porque la empresa «necesitaba seguir operando durante el Gobierno de los Kirchner». De hecho, IECSA fue durante esos 12 años (2003-2015), la tercera empresa con más contratos de obra pública detrás de Techint y Electroingeniería.
La llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada pone fin a la historia de IECSA en manos de Calcaterra, de acuerdo con La Nación. A fines de 2015, Calcaterra decidió vender la empresa, con una facturación de entre 300 y 400 millones de dólares por año, debido a la «incompatibilidad» que implicaba su relacionamiento con el nuevo presidente.
Sin embargo, según un artículo de Clarín, durante la administración Macri y aún bajo la titularidad de Calcaterra, IECSA recibió «una inyección multimillonaria en pesos» para poner en marcha el soterramiento del Sarmiento, así como otras obras.
Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, jefe de Coordinación del Ministerio de Planificación Federal mientras Julio de Vido era el titular de la cartera (2003-2015), escribió en sus cuadernos un raconto minucioso de los trayectos en los que supuestamente llevaba bolsos con dinero en efectivo aportado por empresarios a las más altas esferas, en muchos casos a cambio de licitaciones.
Pero en sus declaraciones en Tribunales, de acuerdo con el diario Clarín, Calcaterra aseguró que debió aportar en negro fondos para las campañas de 2013 y 2015 del Frente para la Victoria (el partido de los Kirchner) no para obtener a cambio obra pública, sino para liberarse del «apriete constante que sufría la empresa» debido a su vinculación con la familia Macri.
Según La Nación, la empresa de Calcaterra habría aportado en total unos 8 millones de dólares. De esta cifra, algo más de un millón fue entregado apenas cuatro meses antes de que Mauricio Macri llegara a la presidencia (diciembre de 2015). Javier Sánchez Caballero, gerente general de IECSA, fue quien preparó el paquete para los recaudadores de Baratta.
No obstante, las fuentes de Clarín indicaron que Calcaterra declaró un monto pagado a los funcionarios «mucho menos», aunque resaltó que lo que figura en los cuadernos es cierto. El juez Bonadío homologó los acuerdos de colaboración de los empresarios que accedieron a testimoniar y el primo del presidente fue eximido de la prisión.
La jugada de Calcaterra y los empresarios es victimizarse para que se les apliquen la figura de «exacciones ilegales», según la cual la pena es para el funcionario público que recibe el soborno, pero no para la «víctima».
Con ello, evitarían que el foco se centre en los gigantescos sobornos pagados por la obra pública, y que este escándalo se vincule con el de Odebrecht. Sin embargo, como explica en La Nación el periodista Hugo Alconada Mon, esta jugada no es fácil, porque no todo el dinero se destinó a financiar campañas electorales, ya que el flujo de bolsos con millones de dólares sucedió en años donde no había ninguna contienda electoral por delante.
Mauricio Macri y Calcaterra se criaron juntos y, según una nota de la revista Noticias de marzo de 2018, «cada 15 días o una vez por mes, Angelo suele almorzar con su primo». La prensa da cuenta de que el imputado arrepentido llamó a la Quinta de Olivos para anunciar su presencia en Tribunales, que no se dio debido a una presión del mandatario.
Fuente: Sputnik