Por Samuel Fernández Illanes | Estados Unidos y China, en cuarentena

Medio mundo se encuentra aislado procurando paliar los efectos de la pandemia. No se conoce su alcance ni solución, y menos, los efectos, aunque se anticipen devastadores, y eso que nos creíamos avanzados en la medicina y el control de enfermedades. Hay confianza en que pasará, habrá cura y será un mal recuerdo. Ojalá, aunque también sepamos que no todo será como antes, pues habrá innumerables secuelas, internacionales y para personas. Varias ya se han manifestado, como en las relaciones de Estados Unidos y China. Sus recriminaciones crecen y el alejamiento se acentúa, ahora en el campo de las responsabilidades. Agudizado por las inminentes elecciones presidenciales norteamericanas, y la eventual negligencia china en la expansión del virus. Un nuevo ámbito que se añade a otros, entre las actuales mayores potencias que, como tales, tienden a competir en todo lo que se presente, teniendo al mundo como escenario. A los demás, sólo cabe arriesgarse en tomar posición u observar prudentemente.

Estados Unidos, dentro de la política seguida por Trump, no puede aceptar que su objetivo principal, el recuperar el mayor crecimiento de su economía y la primacía mundial, se vea seriamente comprometido por una pandemia paralizante, y de paso, la reelección del Presidente en noviembre, en plena crisis de proporciones nunca vistas. Tiene que encontrar un responsable, y China es la indicada. Sin evidencias ciertas del contagio inicial, sospecha de maniobras deliberadas o presuntas para ocultarlo, más teorías conspirativas fáciles de difundir, la hacen el adversario ideal, sumada a la durísima confrontación comercial que la hizo retroceder. Una rivalidad adicional que recién comienza, centrada en el prestigio, a falta de pruebas concretas.

En este nuevo frente, Estados Unidos golpea directamente a la credibilidad china, y a quienes debieron advertirla, como la OMS, todavía vacilante y bajo la dirección de un candidato impulsado por ella. Otro organismo internacional en su mira, como lo fue la Unesco, para dejar de contribuir. Por su parte, China reacciona con una muy activa campaña de apoyo sanitario y provisión de equipamientos a quien lo requiera, que sea su amigo, para contrarrestar el sentimiento de que tuvo más de alguna responsabilidad.

Y así están, confrontados y distanciados, en cuarentena mutua.  ¿Hasta cuándo?.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Samuel Fernández Illanes – Abogado. Docente de la Facultad Jurídica y Sociales de la Universidad Central. Se desempeñó -entre 1998 y 2007- como Representante Permanente de Chile ante la UNESCO en París, Embajador en Egipto, concurrente en Túnez y Qatar, Embajador Observador ante la Liga de Estados Árabes, y Embajador Cónsul General en Miami. La primera gran experiencia dentro del Servicio Exterior de Carrera del doctor Fernández Illanes, data de 1971 a 1972 cuando fungió como Tercer Secretario de la Embajada de Chile en Francia, y durante sus ratos libres hacía labores de secretario particular de Neruda transcribiendo las memorias Confieso que he vivido; la confianza entre ambos llegó al punto que el poeta le autorizó “falsificar” su firma en los oficios diplomáticos.