Se trata de Theodore McCarrick, de 88 años de edad, a quien la oficina doctrinal de la Santa Sede, la Congregación para la Doctrina de la Fe le encontró el 11 de enero culpable de “proposiciones durante el sacramento de confesión y pecados en contra del sexto mandamiento con menores y adultos, con el factor agravante de abuso de autoridad”, ha informado este sábado la oficina de prensa del Vaticano.
“Ningún obispo, sin importar cuán influyente sea, está por encima de la ley de la Iglesia”, ha dicho por su parte el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, el cardenal Daniel DiNardo, en una declaración.
Este castigo, sin apelación posible y por lo tanto definitivo, tiene lugar justo antes de una reunión crucial, del 21 al 24 de febrero, con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo en el Vaticano, donde abordarán la responsabilidad de los prelados que mantuvieron silenciadas las agresiones sexuales a menores perpetradas por el clero.
Anteriormente, el papa Francisco había anunciado su intención de aplicar su promesa de “tolerancia cero”, prometiendo que sería intransigente con la alta jerarquía eclesiástica.
La expulsión de McCarrick ha tenido lugar, después de grandes escándalos similares que salieron a la luz en Estados Unidos, Chile y Alemania, y que han empañado la credibilidad de la Iglesia católica.
El único caso de abandono del título supremo de cardenal remonta a 1927, cuando el papa Pío XI aceptó la dimisión del cardenal francés Lois Billot, quien había renunciado por motivos políticos.